¿Qué tal amigos, sean bienvenidos a la negrotario número 30, ya llegamos al tercer

piso con el alegrotario y vean acompañados de aquí en el señor Cocoselis, estamos muy emocionados,

tenemos de aquí con muchas gracias por venir. Gracias por venir, desde cuánto creemos que venieras

pero namás te mamoniabas. Claro, es que es, no, no, mi poniéndole su altar, que por

si no la habían visto, tenemos un coquita atrás en el Cocoselis, que dice borracho violento,

que hizo Cocoselis, que yo lo dices, sí señor, con mucho cariño para la cotorrisa,

chafa, oye, te queremos mucho, ya hemos dicho, bueno yo no me canso a decir en entrevistas

que cuando me preguntan qué es mi comienzo favorito, oye, sí, me dice que Carlos va a estar

pero, quiero mucho a Cocos, que a ti te quiero mucho, pero a ti te quiero mucho,

mira, que me caigan bien Cocos. Muy nagerte, con valores, con valores Cocos, pero también

es reír, porque también me cae muy bien, si se regala dudas, no, no, ha dejado de tirarle

la decisión, ya lo agarramos, no, ey, así, yo el grupo, es que les fue un poco mal, las invitamos

a la cotorrisa anterior, les fue un poquito mal, porque no le traeron al mami, como que se resistieron

la chistosada. Ok, ok. Casi siempre le decimos a los invitados cuando cuando llegan a

tiene entre los dijimos porque no nos sentíamos que era necesario. No, no, no.

Pero que la mayoría de las veces cuando un invitado se echa un poco para atrás y como que

no le quieren entrar a los temas, es cuando más acaba tundiendo los los cotorros,

¿no? Porque dicen, ¡Ay, no se van a llegar a la cotomisa!

Para que los limita, hijo de sus putas mergas. Y tiene razón. De hecho, también le pasó

al extremario. Si no van a hablar pendejadas, ¡mujo no hable!

¿Le pasó? Ah, esa es el revés aquí, ¿no?

Aquí tienes que decir todas las cosas que no debes decir.

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