Muy bien, están listos, viajón, amigos, estoy listo. Muy bien. Hay una historia en las

escrituras que si me viene se escuchando hace tiempo sabes que es una de mis favoritas,

me fascinó. La he mencionado de un varios mensajes, es un episodio, la he mencionado

infinidad de veces porque me fascina lo que ocurrió y se trata de la vez que la posto

el Pablo, Fatenas en Grecia, Atenas era el centro intelectual del mundo antiguo, era

la ciudad de Aristóteles, Platón, Pitágoras, Epícteto, Sócrates, los pensadores de la época.

Y a escasos metros a lo éste de la Cropolis, se citó a una pequeña colina llamada Areópago,

que nada tiene que ver con aeropuerto, o colina de Areópago. Y el Areópago era un tribunal

supremo de Grecia, de la antigua Grecia, y esos magistrados que estaban en ese sitio dependían

directamente del monarca, del rey. Era donde se reunía la sede del Consejo, que regía

la justicia. El Areópago estaba lleno de cientos de ídolos, como te conté en más de una

ocasión, los filosos del momento se reunían en ese sitio, tenían muchos dioses, eran

politeístas, pero que alguna manera se habían en su corazón, que había un dios que posiblemente

ellos no conocían. Y eso es lo que aprovecha el apóstol Pablo. Y hechos, 17-22, relata y

dice, entonces Pablo se pone en pie en medio del Areópago y dice, varones a teniences,

eso supongo que lo hace con la mayor voz a pulmón que puede, ¿no? Dice, he observado

su sitio y sois muy religiosos, de alguna forma le dice lo felicito. He estado mirando

vuestros santuarios y he visto que también tiene un altar que tiene la siguiente inscripción

al dios no conocido, al que vosotros adoráis sin conocerle a ese, yo les vengo a anunciar,

pero a mí me impacta la frase hoy, al que adoráis sin conocerle, no dijo puesto que no

lo conocen, no lo adoran seguramente, no, usted lo adoran, pero no lo conocen. Y metemos

que el principal síndrome que tenemos o que tiene la iglesia cristiana es ese justamente

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