Muy buenas noches comunidades, ojalá que estén pasando bien estas fechas que han sido

buenas, y sé si la pasaron en familia o si les tocó trabajar o estar solos esta vez.

Si esta vez fue una navidad más solitaria, a veces pasa y a veces nos toca vivir las de

forma triste, va a un abrazo para todos, pero especialmente para quienes no pasaron la

mejor navidad. Les prometo, les prometo de verdad que la próxima será mejor. Gracias por

escucharnos incluso en estas fechas, si lo estás haciendo eres un verdadero fan del

terror, esperamos que apagues la luz, que te olvides de todo y por un momento te dejes

llevar por los siguientes, relatos de la noche.

Quiero compartir con ustedes una experiencia muy extraña que tuve cuando tenía 13 años,

en el ya tan lejano 2014, que rápido pasa el tiempo. Sin embargo esto, lo que voy a contarles,

lo sigo recordando con toda claridad, quizás porque me aterra tanto incluso hoy.

En aquella navidad nos tocó quedarnos en la casa de mi tía lejandrina, que se había

casado años atrás pero que apenas retomaba relación con la familia. Su esposo Teddy era un gringo

20 años mayor que ella pero que la trataba muy bien. Era una buena persona, aunque en ese momento

no lo conocíamos muy bien, y la barrera del idioma de su español incipiente de aquel entonces

nos hacía tener cierta distancia con él. Teddy terminó en México porque un tío suyo,

muy viejo, había venido a retirarse aquí, en este pueblo cerca del mar. Hasta que murió

se enteró apenas Teddy que no solo su tío tenía una propiedad, sino que se le había redado a él,

una casa al lado de la playa, tan grande que aquella navidad había familia suya que

había venido desde Estados Unidos y también nuestro lado de la familia. Debe ser una de las

elevaciones de navidad más grandes que recuerdo. Mucha comida, mucha música, un gran clima que era

perfecto hasta pasada la una de la mañana, cuando de la nada comenzó a llover. La gente estaba tan

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