El otro día fui a amear a casa de un amigo y tenía un gato y no sé por qué me siguió

hasta el baño y yo me puse a amear y el gato me veía.

Es interesante porque de ahí me salió este podcast que quería yo grabar.

Yo estaba ameando, el gato me veía, yo lo veía, nos veamos a nuestras almas porque

me vea a los ojos y yo lo vea a los ojos y ahí se sentó viéndome, ya sabes cómo son

los gatos, te miran, punto, te miran el alma, no tienen, no te tuvean, no mueven la cola,

o sea, tan tito, pero no me miraba y nos mirábamos y yo me hava y dije que es cagado,

no me siento intimidado, no me da pena, es raro, ¿no?

Es interesante, es una conciencia más, un humano, un gato, un insecto, pues son conciencias

allá dentro de la vida, porque con unos tipos de vida me da pena y con otros, ¿no?

¿Qué si hago pipi enfrente de ti que me estás escuchando y nos viéramos a los ojos

a lo mejor nos da pena a ti, a mí, a ti pena gena y a mí pena propia?

Y con ese gato era como sí, porque los humanos hemos tapado nuestra vulnerabilidad, hemos

dejado de compartirnos realmente, entonces tienes que crear un grupo de amiguitos cercanos

en donde yo y ahora me puedo tirar mis pedos y me ar y no pasa nada, pero no la hacemos

con desconocidos, jugamos a que somos elegantes, los humanos jugamos a que no somos humanos,

jugamos a que no somos animales, jugamos a que no somos vida, somos cosas, las uñas

perfectas, la pestaña postiza, el pelo en du lado, la maquillaje, el vestido, el tacón,

la media, todo el hombre igual, todo, todo, todo, todo maquillado, todo, todo formal, todo

o la que tal, muy justo, que tal como te va, todo un parafora, por supuesto que nadie

huele a cacan y a sudor, ni tiene la piel grasosa, nada, todos somos perfectos por fuera,

pero si en un baño nadie te escucha, te relajas y pfft, que rica burb, todo tu te desinflas,

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