No puedo creer que le permití que me pegara.

Una vez estamos discutiendo fuerte por una escena de celos que me había hecho por un

compañero de trabajo.

Y sabes lo que hizo?

Metido un tenedor que había en la mesa a la cara.

Me podría haber clavado el tenedor fuerte, Marina ha sacado un ojo, no sé.

Por suerte tiene mala puntería y no me pego. ¿Cómo pude haber permitido que me trate así?

¿Cómo puede ser tan estúpida de no irme si yo me daba cuenta que me hacía mal?

¿Sabes que la cantidad de juntadas a las que no fui?

Porque él no me dejaba perdir a todas mis amigas.

Me alejé de las personas que me querían.

Porque a él nadie le caía bien, siendo que hay miles de cosas que no me voy a poder perdonar nunca.

Desperté 7, 10 años demasiado valiosos.

Me arruiné la vida, Marina.

Dice esto y empieza a llorar.

Que idiota que fue. Yora con más fuerza. La palabra idiota.

Queda resonando en el aire del consultorio.

Todos alguna vez nos arrepentimos de algo que hicimos en el pasado. Todos tenemos experiencias

que no aceptamos del todo, no sos el único. El problema es cuando ese arrepentimiento nos tortura hoy en el presente.

Ya vimos en otros episodios de Podcast que el diálogo que tenemos con nosotros mismos es

tan poderoso que puede acercarnos a la felicidad o alejarnos completamente de ella.

Hoy vamos a ver cómo reconciliarnos con nuestro show del pasado.

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