¿Qué pensaría si te digo que el cielo tiene que ser de color violeta?

Porque sí, porque a mí me gustó ese color y espero que algún día sea de ese color.

Probablemente me dirías que tengo un deseo un poco absurdo y que probablemente nunca sea de realidad.

Por la sencilla razón de que por más que algo muy raro y poco probable su ceda en nuestro planeta,

el cielo no va a ser ni se transformará en violeta por completo.

Y que por mucho que a mí me guste algo no significa que obligatoriamente tenga que pasar.

Bueno, con las expectativas, pasar lo mismo. Si tenemos expectativas irreales,

estamos imponiendo y exigiendo lo que debe ser, aunque la vida nos muestra lo contrario.

Y cuando vivimos esperando que la vida funcione como nosotros queremos que las cosas salgan,

como queremos o que las demás personas nos traten como nosotros queremos, estamos siendo

esclavos de lo que esperamos.

Y además nos transformamos en personas débiles emocionalmente porque muchas veces la vida va

a tomar un giro distinto del que estábamos esperando y no nos queda otra que aceptarlo

con la mayor calma posible. Si no lo hacemos, la emoción que va a aparecer cada vez que a lo que

queríamos no sucede es la frustración. El tema de las expectativas es un tema súper amplio y

muy complejo, pero probablemente haga varios episodios sobre este tema. Las personas sanas nunca intentan responder a las expectativas de los demás.

Siempre intentan satisfacer y responder a sus propias expectativas.

Pero claro, esto lleva tiempo y trabajo personal.

Yo todavía estoy en ello.

Es un cambio de largo, pero vale la pena transitarlo.

Porque como van a escuchar en este episodio, es imposible no tener expectativas, pero hay muchas formas de volver las masanas,

formas de que funcionen únicamente como un motor para la motivación. Si quieres ser feliz,

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