En el capítulo de hoy vamos a hablar del enojo nuevamente desde la mirada de las escenas matrices propuestas por habitarnos. Y vamos a empezar diciendo que el enojo es una de las cinco emociones

básicas, si se acuerdan o escucharon el capítulo anterior en el que abordamos el enojo, recordarán

que las dividimos en cinco. Las placenteras que eran el amor y la alegría y las displacenteras, el enojo, la tristeza y el miedo.

Y acá hay una confusión que escruciera la hora de trabajar con la parte enojada de cada uno de nosotros.

Ya sabemos que las emociones mal llamadas negativas por ser displacenteras suelen querer ser evitadas.

Por ende, solemos rechazarlas perdiendo no nos de las funciones que estas tienen.

Al igual que todo el resto de las funciones primarias, el erojo cumple una función que es vital y vamos a detenernos acá porque la función del enojo es la de

poner límites a quien quiere agredirme, no? esto ya lo habíamos hablado en el capítulo anterior

es decir que el enojo va a poner este límite que en quiere traspasar una línea, un espacio que es propio, y este puede ser un espacio físico, un espacio emocional,

una espacio vinculado, cualquier espacio que sea propio. Cada vez que se propone pensar

al denojo como algo negativo y por lo tanto limitarlo, rechazarlo, lo que se nos está proponiendo también es perder esa función.

Vamos a hablar hoy de dos niveles del enojo. El primer nivel es la experimentación del enojo y el

segundo nivel es la expresión del enojo.

El primer nivel, la experimentación, tiene que ver con cuánto yo me permito experimentar al enojo.

Y el segundo nivel tiene que ver con cómo yo expreso,

expreso o no expreso, ¿no?

Este enojo en el vínculo con quien me enoja. Y vamos a decir que hay

dos maneras que son disfuncionales y que aparecen con la propuesta que se resuelve a hacer a la

persona que está enojada. Entonces, ¿qué es lo que se les suele pedir a la persona que haga con su enojo?

Generalmente a la persona se le va a proponer que no experimente ese enojo, es decir que

no lo sienta, se le propone que no experimente ese enojo para que no lo exprese. Y acá tenemos la típica frase del no tenojes. Ahora, tenemos que saber que le enojo no es una

decisión de la voluntad. Es decir que si una circunstancia me enoja, yo no puedo decidir,

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