La primera vez que escuché esta historia que te voy a contar ahora fue a través de un gran autor a quien admiro muchísimo y que nunca olvidé.

Y al momento de titular este mensaje, pensé en buscar la manera en que tú tampoco te lo olvides nunca y que siempre relaciones este título con lo que Dios va a decirnos hoy,

que eso es lo maravilloso del mensaje, de la retórica, de un sermón, que uno dice me acuerdo cuando el señor nos habló de tal tema y me acuerdo el título que es imposible olvidarlo.

Entonces uno, inmediatamente genera en el cerebro un sector cognitivo donde colocamos la extraña historia del Paracalleras Rosado, donde Dios me habló determinado tema.

Y eso es lo que yo he intentado, y esta es la escena de la historia.

Tú y yo, y otra media dos escenas de amigos, sobrevolamos el pacífico en un pequeño avión privado. Vamos a catar a ver la gran final.

No hay nada, pues es Marruecos, Francia, ¿qué es yo?

De pronto el motor está ya en llamas y el piloto sale corriendo de la cabina y se nos vamos a estrellar, grita nos vamos a estrellar, tenemos que saltar.

No es una opción, tenemos que saltar o no se estrellamos. Es bueno que el piloto sepa donde están los paracaídas como nos tenemos que colocar,

porque nosotros no tenemos la menor idea y encima con los nervios menos. Así que los distribuye, somos pocos, nos da unas pocas indicaciones, nos colocamos en la fila mientras que abre la puerta, hay que saltar.

Y es entonces cuando el primer pasajero que está ahí para saltarse aproxima la salida y grita por sobre el ruido del viento y se podría pedir algo.

Por supuesto, dice el piloto, ¿qué es esa cita? Me podría andar un paracaídas rosado.

Y el piloto incrédulo dice, pero no es suficiente, no es suficiente que tenga un paracaídas.

Sí, pero siempre soñé con un día como este, dice el tipo, y siempre imaginé que iba a caer en un paracaídas rosado.

¿Y por qué hay gente luego que haces yo? Y mientras el tipo está diciendo semejantes tupides, está interrumpiendo la salida del resto de nosotros, que queremos saldrá nuestra vida, que no nos importa el color del paracaídas.

Sí piloto trata de razonar dentro de los pocos segundos que quedan para razonar en un infortunio como este.

Le dice que va a ser usted lo entiende lo que está pasando, le estudiando un paracaídas, eso es más que suficiente y el tipo raro insiste, porque vieron que hay tipos raros distribuidos estratégicamente de manera que nos encontremos de dos a tres por día.

El tipo raro dice yo no pienso saltar si no es con un paracaídas rosado porque se lo prometía mi esposa y a mis hijos.

Y en ese momento de semejante infortunio de esa tragedia, un artículo para saltar es lo que el piloto está ofreciando punto, está colocando nuestras manos, una herramienta estratégica, pero hay un tipo que no quiere saltar, porque no cumple su caprichito de que él quiere verse en Instagram saltando con un paracaídas rosado.

Tienen demasiado ridículo para hacer cierto, sí tal vez lo sea, al menos en esta historia del pequeño avión que alguna vez leí.

Pero si sucediera esto en la tierra con gente y con respecto a la gracia, porque a ver, Dios oye miles de peticiones por segundo, todo el mundo le pedimos algo.

Algunas suelaciones son legítimas, son centradas, otra, olvidamos que lo único que tenemos que hacer es saltar, pero nos podemos tercos a veces en la vida pidiendo un paracaídas rosado en lugar de pedir lo que tenemos que pedir o agradecer por lo que ya se nos dio.

...