Perdóname, perdóname, perdóname, perdóname, perdóname, perdóname.

Edgar dice que le quiere vi perdona su esposa porque se le olvidó darle su regalot, digo, su regalot.

¿Qué piensa?

¿Un comadre porque estás enojada? ¿Cómo adreque te hizo el perro de Edgar?

Pues, ¿Dónde me río pegando y yo le llevé unas dos por el sí, con chocolate y un probito y todo, y a mí no me dio nada a eso.

Pero no te no, que es comadre porque, como dice mi próctólogo, es me acordar que recibir.

Ah, sí, claro.

Claro, pero también te la vas a recibir, ¿no?

A ver qué pasó, amigo, ¿por qué no ni te regalo a tu mujer?

No, pues se me pidó con completo y ya que no le dije yo de su chile, ahora que algo, que algo, que algo, que ya era demasiado tarde.

Oye, amigo, ¿y entonces se enojó tu mujer en esa noche ya no te dio?

Ya, nada, ahorita ando a dieta.

Ay, comandre, pobresitos, se le han de salir la gran lágrima solo.

¿Cuánto tiempo tienen, amigo, que no te dan este alpíste al pájaro?

Ya te imaginas, que tú...

¿Dóce mana sin darte?

No te preocupes, y ahora te tengo a una tarjetita de esas mujeres que me dieron en las vegas, ¿no?

Ahí pondiva cruciendo la caja y me dieron a tarjetito en las mujeres.

Son esas mujeres de las vegas que te hacen cosquías gratis.

No, mano, venga, yo no le aguasco, es un pocho.

No se compelaran cosquíaso, usted, pero mí no, yo no le aguasco.

No sé a lo que te pierdes, viejo, no ha vivido la vida.

...