Amar a Dios queridos cambia a nuestra forma de amar al mundo.

De hecho, lo cambia todo.

Amarlo nos cambia la forma de dar,

la forma de perdonar, la forma de recibir, la forma de ser pacientes.

Entonces, Amar a Dios nos transforma desde adentro

y esa transformación inevitablemente

pues cambia nuestra relación con toco lo que nos rodea.

Porque ese amor puede estar rastra,

pero te rastra fuera de ti mismo. Ya no

amas por necesidad, ya no amas por comodidad. Entonces empieza a amar con una pureza que tú no

conocías, sentí amas con una fuerza que va a atrasender el mundo material. El egoísmo, poco a poco

va a quedar atras en tu vida, porque amar a Dios, fíjate bien, te empuja a amar con generosidad.

De hecho, te lleva a mar con un sentido de propósito que va a desafiar todas las normas

del entendimiento humano. Entonces a maradios cambian la manera en la que tú enfrentas

la adversidad, las dificultades del mundo no es que desaparezcan, pero la forma, la forma en la que tú manejas esas adversidades cambias, comienzas a dejar de ver el dolor como algo

que te destruye, empiezas a verlo como un reto que va a fortalecer tu fe, de hecho amplifica tu

capacidad de amar de hospedar a la gente, no hay justicia, la ira, los encores van a ir perdiendo su

poder sobre ti porque la amor divino siempre te impita perdonar lo que parece imperdonable. De hecho,

te lleva a sanar eso que parece incurable porque el amor de Dios nos

enseñan a verlos agrado en donde antes no veíamos nada. De hecho, te empuja a

amar lo roto, amarlo imperfecto, amarlo en comprendido, porque empieza a saber el mundo y, y ves en ese mundo, un pedazo de lo

divino. Entonces, este amor te impusa y te impusa actuar con compasión en lugar de juicio,

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